Casualidad, descenlace de una antigua contratación que ahora se ha olvidado. Acaso para siempre, nunca herida debería faltar un alma que aunque se asuma desposeída es incapaz de ver la manifestación de una añoranza.
Será la tardanza no perdonada por el olvido, será el acuerdo en el inconsciente espeluznante de nocturna belleza. Puede ser quizás nada. Nunca se sabrá ciertamente lo que se tuvo. Ponderar en el vacío es vano esfuerzo.
Finalmente, solo es la ilusión la que mantiene atado el lazo de una inocente pretensión que a lo sumo se consumará y si fue real no se percibió pues los sueños reales no se ven. Solo aquella trágica ambición de la que no aceptamos posesión es la eterna llave que abrirá segundas razones de seguir en lo mismo.
Camuflaje de la desesperanza.
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