
A veces nada es como realmente es, las cosas están tan tergiversadas y moldeadas a su propia conveniencia. Como un motor que se autoimpulsa para no dejar de funcionar.
Relativo es el mundo y de relativismos vivimos. Todo lo que nos envuelve en el mundo es tan diverso y complejo al mismo tiempo. La humanidad se enfrasca en sus adentros y pierde el rumbo que la naturaleza le concedió.
Es esa suerte de inteligencia la que terriblemente lo subsume en un abismo, pues agotando los instintos lleva al culmen de sus ansias las artificialezas que lo sustentan.
Así nuestra propia existencia es un reto y lidiar con el mundo una consigna de vida, nada está dicho totalmente. Pero el orden establecido no estará jamás descansando sino que cambiará de rostro constantemente para buscar su perpetuidad.
Es el sistema que espera mucho de uno sin que realmente te dé tiempo de elegir. Coherencia y madurez... Es el mundo quien estipula sus formas. Regulaciones mil, normas sociales sí, pero ¿quién elije realmente?
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