
Al final ni las copas que contenían el alcoholizado encanto sirvieron para aminorar las puñaladas que sentí. Encanto para el común de la humanidad, digo yo, porque para mí solo es líquido de extraño dulzor. En fin... Palabra tras palabra, lograba concederme una distancia cada vez mayor la que había creído como una posibilidad en el peor de los casos. Había sido simple sombra en su registro personal? No lo sé ahora. Pero en ese instante sentí que en efecto lo era.
Por otra parte, me impactó la impavidez que poseían, si no, todos los presentes. Casi nadie se admiró de aquéllo por lo cual yo me hubiese dejado engatuzar. Extraño!, ciertamente, pero también cierto es que esa extrañeza que me causaba, hizo surgir en mí un temor por lo que en verdad pudieran ser mis apreciaciones personales. Sería, tal vez, que yo era el de visión poco común... Qué extraño, pero tal vez suene presuntuoso y al mismo tiempo en propio detrimento.
Al final, aquel temor solo fue breve pues mi conciencia camufló inmediatamente los espasmos reflexivos que comenzaban a brotar. De no haber sido así, el descontrol hubiese reinado y no quería ser su súbdito de nuevo. Seguramente el temor fue futurista y no fue causado por la propia sensación de sentirse ajeno sino por el retorno de las molestas formas que me envolvieron en el pasado. Un pasado tan constante en su apogeo que me pareció infinito.
Pero como todo tiene su final, así sucumbió el pavor junto con la falsa eternidad de aquellas épocas.
Total, pensar que fue una mera conversación de optimismo económico resultará siempre más sano para mantener constantes los lazos que formare.
Agosto 2008
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