domingo, 20 de diciembre de 2009

Rayos de Aurora

Aunque con el tiempo a cuestas de lo que debió haber sido, pude llegar para con cal signar solo los caminos. Caía el polvo de entre mis manos ya acostumbradas por su tardanza.

Así con esa disposición andaba pero, de pronto, me detuve. Era un pequeño recuerdo que se distinguía en el gris del suelo. Con sus alas tan naranjas como aquel pasado. Con sus líneas tan oscuras como ese olvido. La mariposa de oriente que descendía en verano yacía frente a mí. Sin vida, inerte como la hoja seca del falso otoño...

Brotó terneza que copó mi espíritu, pues por ella alguna vez sentí la voz lejana. Ese eco que solo oyes cuando lo mereces. Y creo que un niño siempre lo merece. Fácilmente, en su coraza, se unió a mi pretención. Pese al tiempo, a la distancia, todo fue natural. Era simplemente hermosa.

Pero al atardecer, mis deseos de darle una segunda vida fueron derribados por un universo paralelo... Despintada brutalmente por una nueva inocencia, pude verla sufrir más, ya sin vida, ya sin dolor...


Otra forma de ver la estrella, otro modo de echar la cal.








Agosto 2008

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