
Ahora no diré que hallé la cura a mis males y a toda esta retahíla que me pesaba desde siempre, pero creo que encontré el punto de apoyo con el cual seré capaz de contrarrestar la destrucción del que fui víctima. Ja, cómo creerme víctima, no sé, la verdad: suelo ser dramático. Pero eso le da algún sentido adicional a mis días. Ya que de por sí no son tan excitantes.
De allí que aflorara sin pretenderlo la célebre frase "no me destruirán", "te destruiré", "me quieren destruir", "nos destruirán" y todas las conjugaciones posibles que se puedan crear con el dichoso verbo. El que siempre usaba ante cada examen, o evento. Esos días sí que fueron únicos.
Ahora reconozco poco a poco los desencuentros que me destruyeron parte del alma y la razón. Y se muestran nuevamente los mismos personajes pero con distinto antifaz, y no dejaré esta vez que tengan efecto en mí sus misérrimos desahogos ya decadentes a mi juicio, aunque para ellos no sea en el mismo sentido.
No seré yo quien ante el acecho de ruines despojos lanzaré los dardos de veneno puro sino que serán ellos mismos quienes beberán lo que quisieren que yo tome. Cada quien será responsable de su destino, si es que maléfico no seré el causante. Bastante ya ha tenido mi alma el deploro como para cargar ahora con culpas ajenas. No intento justificarme de antemano sino solo indico lo que es preciso que se conozca.
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