Vez en que rebrotan los despojos que aún latían en mi existir. Sí, yo creía haberlos perdido, pero estaban ocultos desde siempre. Son ruedas como de motores que a voces maledicentes se enfrascaron en un endeble cascarón, que nunca dejó de estar roto. Así, les correspondí con mi actuar inconsciente como quien persigue una seña sin sentido, pero con una armoniosa alegría que justificaba cada acción.
Ya viniera, mas todos han partido... Con miradas que acusan hasta ahora. Y aunque los años les brindan más resguardo nada ha cambiado en ellos. Todo continúa como siempre. Y, eso qué. Por qué tendría que conmoverme si quizás haya ocurrido un sútil cambio. Solo serían poses hipócritas ajenas a su naturaleza. Si antes presencié en un gran curso los pasos de aquéllos, no veo por qué tendría que hacerlo ahora.
Cuanto se consigue, uno plasmaría en su imagen lo logrado, pero una situación alterna a lo comúnmente esperado solo estaba signada por el hado. Es probable que esté pecando por pretender acusar en mí lo que una estrella no cuenta. Pero es lo que se presiente. No se pueden explicar fácilmente las visiones que a uno se le presentan, porque la traducción siempre es difícil. Meras descripciones las prefiero.
Tal vez algún día se aminoren los odios.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario