viernes, 2 de noviembre de 2007

Ruta graveolens

Para maleficios habláramos... Esta mañana, el más inocente germen rutáceo me fue encomendado. ¡Pero para qué fuera creíble! Brote cierto en mi muslo oculto me traería este día más que goce, mas al cruzar el portón mis planes se tornarían más verdes que aquel germen.

¿Aunque cómo pudieron ser posibles tales sucesos? Es poco comprensible. Al menos simples pasos hubieran seguido desapercibidos pero esperaba reales los augurios y se mostraron opuestos. Busqué, por eso, la razón exacta para definir el maleficio, ¿qué delito cometí...?

Sí, lo hube de hacer. Enfoqué su imagen bajo el lente, como de prevención morisca creí estarlo. Burla inconsciente fue mi consumado intento. Entonces, creo que su magia se desvaneció tras la luz del lente, caja menos fantástica y más ausente. Ausente de ser la causa. Presente en el mismo brote, pues descubrí que sus cargas son incontenibles.

Renuncié, al razonar así, al germen, pues lo sentí emenagogo de mi mezquina suerte.

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